Somos hijas de la construcción colectiva, de la mirada estructural del mundo y de las alianzas internacionales. Por ello este 8 de marzo recordamos, que nuestro día internacional surge de los acuerdos del II Encuentro Internacional de Mujeres Socialistas de 1910 en Copenhague, donde Clara Zetkin propuso conmemorar un “Día Internacional de la Mujer” o “Día de la Mujer Trabajadora”, un día de movilización internacional por la mejora de las condiciones de vida de la mujer en general y de la mujer obrera, en particular. Ya a principios del siglo pasado, mujeres de 17 países reclamaban la necesidad de agencia propia y autonomía para ser realmente independientes e impulsar activamente la participación política de las mujeres en la construcción del mundo.

Somos hijas y nietas de la memoria, de las mujeres republicanas que lucharon por una España que nos quisiera libres e iguales. Hoy seguimos llevando esa antorcha de resistencia y sueños, de realidad y futuro, de dignidad y justicia.

Mucho ha pasado desde entonces, pero los procesos feministas siguen avanzando a través del trabajo colectivo. Los progresos de unas han permitido avanzar, aprender y construir a las siguientes, a lo largo de la historia y en los diferentes lugares del mundo. Por ello desde IU apostamos por los procesos unitarios y la organización colectiva de la lucha de las mujeres para seguir construyendo feminismo.

Porque la lucha es el único camino. Un camino de transformación cuyos frutos son ladrillos que edifican una sociedad alternativa al sistema patriarcal, capitalista y racista que nos oprime y explota en todos los lugares del mundo.

Hoy el feminismo reclama de nuevo la paz y el cese de todas las guerras. Gritamos no a la guerra en Ucrania, Palestina, Yemen o el Sahel. Reclamamos la solución pacífica de todos los conflictos. Nos unimos al grito internacional contra la opresión y el imperialismo que lanzan nuestras compañeras saharauis y peruanas, por los derechos de las mujeres iraníes y contra la devastación que viven las mujeres sirias y turcas.

Las feministas no aceptamos que las relaciones internacionales estén basadas en la violencia y la guerra, en los bloqueos y sanciones que ahogan a los pueblos, en presupuestos para la muerte en vez de para la vida, en intereses económicos de unos pocos a costa de las necesidades del planeta y las personas. Las mujeres exigimos un mundo libre de toda violencia, defendemos la vida y apostamos por un orden internacional democrático basado en el respeto, la diplomacia y la negociación, la soberanía y la solidaridad.

Desde el feminismo actuamos en multitud de frentes, porque la desigualdad es estructural y nos afecta en todos los ámbitos de la vida y de forma multiplicada cuando se conjugan diferentes factores como cuando somos mujeres migrantes, trans, disidentes, mayores, con diversidad funcional, con problemas de salud mental, víctimas de trata, prostitutas o vivimos en el mundo rural. Sobre la diversidad de nuestros cuerpos y de nuestras condiciones de vida, avanzamos juntas por todas y con todas. En las luchas y huelgas laborales, en el ámbito de los cuidados, por la visibilidad y el uso de los espacios públicos y de ocio, por la participación del debate social y de la cultura y creación feminista, por un orden internacional que defienda la vida de las personas y la sostenibilidad y el cuidado del planeta. En todas estas luchas, trabajamos las feministas para construir una sociedad justa en la que entremos todas y todos.

Este año queremos poner en valor estas luchas feminista, este tejer invisible lleno de paciencia, que es un motor que hace avanzar a toda la sociedad, que genera cambios culturales, y que se refleja en conquistas legislativas fruto de ese trabajo constante del movimiento feminista y sobre el que vamos a seguir construyendo. Porque entre todas hacemos del mundo un lugar mejor.

Porque ante la violencia sexual, denunciamos la cultura de la violación y la justicia patriarcal. Salimos a las calles gritando ¡NO es NO! frente a las violencias sexuales exigiendo una justicia que nos crea, un estado que nos proteja y una educación para ser libres y diversas. Todas aquellas manifestaciones y campañas contra la manada, nos han permitido avanzar para poner en el centro del debate público la libertad sexual, el deseo y el consentimiento.

Porque exigimos nuestros derechos sexuales y reproductivos, una maternidad deseada, el aborto en la sanidad pública y educación afectivo sexual. ¡Basta ya de control sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas! En España se organizaban abortos clandestinos hasta que se consiguió la primera ley del aborto. Gallardón quiso recuperar ese control y juntas forzamos su dimisión. Pero a las mujeres de 16 años se les forzó a seguir tuteladas solo si no querían ser madres a esa edad, y el tabú y la presión con el aborto continuó y motivó el que se derivasen a centros privados generando desigualdades territoriales. Hoy las mujeres de 16 años recuperan su ciudadanía, y con el censo de objetores queremos recuperar también su normalización dentro de la sanidad pública porque nuestro objetivo seguirá siendo aborto libre, gratuito y en la pública.

Porque las mujeres accedimos al empleo, pero la división sexual del trabajo sigue presente, por lo que los trabajos feminizados son menos valorados y menos remunerados. A pesar de que las mujeres han aumentado su nivel de formación, la brecha salarial sigue existiendo aunque haya quien la niegue. Los planes de igualdad en las empresas se aplican de manera superficial y con la ley de igualdad salarial se pretende corregir esta cuestión y visibilizar lo que la mantiene, para corregirlo. Además la subida del SMI incide en las categorías feminizadas que son las más precarias. Pero seguimos construyendo feminismo porque queremos romper la desvalorización de los trabajos feminizados y una aplicación correcta del SMI que mejore la capacidad retributiva de las mujeres trabajadoras.

Porque el sistema se sostiene por el trabajo gratuito, precarizado e invisible de cuidados. Pero las mujeres queremos cuidar y ser cuidadas con garantías. Por eso reclamamos medidas de conciliación, pero las medidas establecidas afectan a nuestros salarios y desarrollo profesional y se creó un sistema de dependencia que en vez de servicios ha primado las prestaciones de miseria para seguir cuidando en casa. Por eso queremos dar un paso más y abogamos por la corresponsabilidad: de los hombres porque todos somos vulnerables e interdependientes; de las instituciones, a través de un sistema público de cuidados que con servicios dignos proteja a su ciudadanía; pero también de las empresas que necesitan del cuidado porque con los salarios en el mercado no se cubren todas las necesidades de quien trabaja. Desde el feminismo defendemos una reorganización social de los cuidados que nos implique a todos y todas y su incorporación en la economía porque son dos caras de la misma moneda: no hay trabajo productivo sin el reproductivo.

El feminismo defiende propuestas que no dejen a nadie atrás. Por eso, cada medida, cada reclama, tiene que tener en el centro las reivindicaciones y las luchas de las mujeres más precarizadas y vulneradas, porque estamos todas conectadas. Las mujeres migrantes asumieron las tareas de cuidados de aquellas que se liberaban de ellos, a costa de crear las cadenas globales de cuidados que atan a las mujeres empobrecidas. El empleo de hogar no puede ser precario para que las familias lo adquieran en el mercado, la ley de extranjería no puede impedir el desarrollo de las personas para que asuman el trabajo que nadie más quiere hacer. Por fin se ha conseguido su reconocimiento como empleo pero seguimos construyendo feminismo para que ninguna persona sea ilegal ni exista un suelo pegajoso que impida desarrollarse a unas para que otras rompan el techo de cristal.

Nuestra organización forma parte del movimiento feminista que ha respaldado la aprobación de la ley trans y LGTBI que construye derechos y aborda la discriminación y exclusión de estas personas. Creemos que los debates que debemos afrontar como movimiento deben abordarse desde el diálogo de las diferentes visiones para construir teniendo en cuenta todas las realidades y poder encontrar una solución real a los problemas. Porque sabemos que el feminismo es el ejemplo de que se pueden cambiar cosas desde abajo, con una alternativa transformadora para una sociedad justa, libre, solidaria e igualitaria.

Porque sólo juntas lo lograremos. Unidas y organizadas, construimos feminismo

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